¿QUIÉN ES MÁS PROBABLE QUE MUERA POR EL CORONAVIRUS?

Por: Carlos Alberto Piedrahita, Gerente Hospital Santa Sofía.

Meses después de la pandemia de coronavirus, los científicos han identificado algunos patrones claros en los que las personas que sufren de Covid-19 tienen más probabilidades de morir. Las condiciones médicas preexistentes son un factor importante.
A partir del 3 de junio, aproximadamente nueve de cada diez habitantes de grandes ciudades del mundo que murieron de Covid-19 sufrían de enfermedades crónicas subyacentes. Pero esas condiciones subyacentes no afectan a todos por igual. Son mucho más frecuentes entre los trabajadores de bajos ingresos, según los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Se estima que las tasas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad renal y diabetes, por ejemplo, entre el 10 por ciento más pobre de los ciudadanos son más de un 40 por ciento más altas que la tasa media.
Este patrón es válido en muchas ciudades, no solo en aquellas que están muy densamente pobladas como Nueva York o Bogotá. En las ciudades, las personas con los ingresos más bajos tienen tasas considerablemente más altas de diabetes, obesidad, asma, presión arterial alta y enfermedad renal y pulmonar, condiciones que ponen a los pacientes de Covid-19 en un mayor riesgo de enfermedad grave.
¿Por qué ocurre esto? Las personas ricas disfrutan de una serie de ventajas que conducen a una mejor salud. Pueden permitirse mejores dietas y mejores condiciones de vivienda y trabajo; están menos expuestos a ambientes peligrosos; experimentan menos estrés y realizan más actividad física ; y tienen mejor acceso a los servicios de salud. Todo esto se suma a lo que los investigadores llaman un " gradiente socioeconómico en salud ": las personas más ricas experimentan una mejor salud que aquellas que ganan menos dinero, en cada punto de la escala de ingresos.
En las últimas décadas, los ricos y los pobres se han separado cada vez más el uno del otro. En 1970, solo el 15 por ciento de la población urbana vivía en barrios predominantemente pobres o ricos. Este número se había más que duplicado en 2009. Como resultado, los entornos físicos de los vecindarios en los que los habitantes de bajos ingresos y ricos tienen más probabilidades de vivir son muy diferentes. Las áreas pobres tienen acceso limitado a alimentos saludables y una mayor densidad de tiendas de conveniencia y locales de comida rápida. Por lo general, tienen menos espacios verdes y áreas de recreación, lo que priva a los residentes de oportunidades para hacer ejercicio regularmente. Las comunidades de bajos ingresos también tienen más probabilidades de estar más cerca de las instalaciones industriales, por lo que las personas que viven allí están más expuestas a contaminantes peligrosos. Esto último es particularmente preocupante, ya que un nuevo estudio a nivel mundial mostró una fuerte asociación entre la exposición a largo plazo a la contaminación del aire y las tasas más altas de mortalidad por Covid-19.
"Lo que ahora sabemos sobre la salud de la población es que está determinada en gran medida por factores de política social y económica". “Debido a que nuestro entorno político actual funciona mejor para aquellos con poder social y económico, no es sorprendente que los resultados de este proceso, incluidos los resultados de salud, favorezcan a aquellos con poder. Aquellos con menos poder, que están fuera del proceso de toma de decisiones, han sido exprimidos y su salud ha sufrido ".
Existen muchas políticas que marcarían la diferencia: Una de ellas que se ha hecho mas visible es las barreras en el acceso a la salud que aparece en muchos textos e investigaciones, como son los copagos y el pago capitado a Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) llevando a seleccionar los pacientes menos costosos y derivar estos usuarios a otros niveles de mayor complejidad para ahorrarse la capitación, generando barreras de accesibilidad para su atención como los mal llamados “paseos de la muerte” , hoy mas frecuentes en la pandemia del COVID 19 en todo el país. Esta modalidad de contratación repercute en la baja ocupación de la baja complejidad y el alto porcentaje de hospitalizaciones y remisiones no pertinente de pacientes en la mediana y alta complejidad. Otra barrera que florece en esta pandemia es la escasez de oferta de especialistas y médicos generales por cada 100.000 habitantes, siendo Colombia de los países con mas baja relación de médicos por habitante de América para atender la pandemia, conllevado a falta de oportunidad y tiempo de espera de los servicios elevando y retrasando el diagnóstico y tratamiento de los pacientes; a esto se le debe sumar la baja capacidad resolutiva de los nuevos profesionales de la salud que muchas ocasiones no saben intubar un paciente con sospecha de COVID. La transición demográfica, el aumento de las patologías crónicas y el mayor número de comorbilidades son otros factores adicionales que afectan la accesibilidad a los servicios de salud. En el país, se presentan grandes problemas de orden asistencial y administrativo en el sistema de referencia y contrarreferencia, como es el aumento gradual de la demanda de servicios de atención médica de alta complejidad, secundario al aumento de la cobertura en el Sistema de Seguridad Social y a la poca operatividad del centro regulador de urgencias, y de otros fenómenos de origen social, a esto se le suma la declaratoria de la OMS de la pandemia del COVID 19, que ha generado mas pánico y poca respuesta desde la baja y mediana complejidad.

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